Cuando tiró del cordel la piel se desprendió íntegra, como si fuese el forro que envuelve los regalos de una navidad apurada. Mariel se despertó asustada: el césped suave y hermoso de su sueño contrastaba artificiosamente con el aullido desgarrado. Apretó las sábanas, pero los latidos de su corazón obtuso gobernaban. Un primer oxígeno hilado la devolvió desde una realidad tardía .para murmurar- Este despertar ya lo viví...
Experta en desenmarañar estos errores de percepción llamados “Déjà vu” buscó algún detalle que marcara la diferencia entre lo real y lo soñado. Fue fácil, el ventanal le mostró un césped helado y ríspido, por lo tanto su suavidad había sido soñada.
Ya más tranquila, su rostro se iluminó al contemplar al hombre que dormía su lado. -El amor es real - se dijo, acariciando la punta de un hilo que asomaba entre las nervaduras del más bello de los ombligos.
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