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Mostrando entradas de enero, 2020

Il morto che parla - David Brissón y Cristian Cano

La lápida es dura; da gusto sentarse a fumar un pucho después de un largo sueño. Entonces tiraba el humo por la nariz; ahora el ramillete de humaredas se me escapa desde las cuencas oculares. Pero nunca perdí la costumbre, si la hubiera perdido no estaría acá sentado. El Sol está por salir, así que después de fumar voy a regresar al cajón. Ser visto sería inconveniente.  Hueso de cañón ¡Mirá que me hago reír! Hueso de cañón ¡Con ser carne me ha bastado! Y agradezco cuando el Sol me sorprende; me siento como esos locos por haber vivido como viví.  Ruidoso amor casi una explosión que despierta que insiste  que asusta De lo hermoso te asusta. La vida es un cadáver exquisito: la costumbre de nacer y morirse de pura nada, de puro vicio. La sustancial habitualidad que existe en vivir.  La ceniza que arde un destello detenido. El despertar al morirse. La lápida: el descanso eterno. Mi cadera desnuda que rasca, que se estrella en la piedra. Chupo el

El enojo del árbol

Desde los escalones de la pileta escucho la pelea del árbol altísimo de la vecina que se zamarrea como un loco. A veces me distrae; alguna vez dije que se tironea de los pelos hasta el cansancio como la persona que no se aguanta. Entonces, la calma.  Ayer fue mi cumpleaños; festejamos la sobrevivencia. Y ahora es la típica ventosa mañana de feriado en la que el mate continúa caliente.  Hay mascotas que no le temen al viento; los gatos, por ejemplo. El Pocho sí (perrito de mi madre). Es chiquito y el viento lo empuja hacia los costados. Desde entonces la cabeza se me llena de preguntas. Escuché a un actor decir que el pensamiento es tanto ilusorio como el causante de los padecimientos humanos. Es interesante. Gran parte de mí está de acuerdo. Pensaba en la posibilidad de que el pensamiento nos estuviese alejando del camino que deberíamos buscar. Si existe un propósito preponderante, estaríamos yendo en cualquier dirección. Es asombroso pensar a la Tierra como este ínfimo