Estaba tan entumecido por el frío del pozo que estuvo a punto de perder el sentido en varias ocasiones. Lo único que lo mantenía al margen del derrumbe total era el recuerdo de su amado Pierre, el labrador estonio con el que había compartido la vida desde mucho antes de la guerra. Sin embargo, un nuevo infortunio no tardaría en sumarse a los ya existentes: la bota sucia de un soldado frenó frente a su rostro. Moría, literalmente, si se dejaba al arrebato sentimental. El cuero cuarteado y los grumos de barro yacían inmensos. Cinco centímetros entre continentes diferentes y, coronando lo juguetón de su remembranza y el inminente desmoronamiento, la pequeña bandera de cinco milímetros de largo, por tres de ancho. Pierre abandonó sus células. Reparó en el agua del foso y en sus piernas congeladas. Pero disfrutó de un largo camino hasta los ojos de su clon.
Estaba tan entumecido por el frío del pozo que estuvo a punto de perder el sentido en varias ocasiones. Lo único que lo mantenía al margen del derrumbe total era el recuerdo de su amado Pierre, el labrador estonio con el que había compartido la vida desde mucho antes de la guerra. Sin embargo, un nuevo infortunio no tardaría en sumarse a los ya existentes: la bota sucia de un soldado frenó frente a su rostro. Moría, literalmente, si se dejaba al arrebato sentimental. El cuero cuarteado y los grumos de barro yacían inmensos. Cinco centímetros entre continentes diferentes y, coronando lo juguetón de su remembranza y el inminente desmoronamiento, la pequeña bandera de cinco milímetros de largo, por tres de ancho. Pierre abandonó sus células. Reparó en el agua del foso y en sus piernas congeladas. Pero disfrutó de un largo camino hasta los ojos de su clon.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Gracias por dejarme tu comentario!
Te invito a subscribirte vía mail.
Nos leemos.