Tus dedos tocan el dibujo en el mantel y te llevan hacia el relieve ínfimo de los adentros: viaje misterioso a través de galaxias neuronales que finaliza en una detonación emotiva. Rememorás. La desenterrás desde lo hondo. La arrancás y traés hasta tu lado imaginario y, cuando las células se agotan, menguás como la tarde. Te vas calentando con esos colores rojamente encendidos. Después alguien hace un ruido y te morís. Te vas muriendo porque el atardecer se te cae a pedazos.
No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.
¡Muy bueno tu micro! Éxitos :)
ResponderEliminarGracias, Nélida.
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