Te despellejo en la esquina: rectángulo empedrado manchado
de piel. Con sangre. Después el viento llena todo de tierra y mordés la arena. Escupís.
¡Dale! Te gritan. Te miran de pies a cabeza y nunca se atreven a exigirte. Un
remolino arrastra el forro de tu cuerpo por la calle y, por allá, se traba. La
piel se atasca en la otra esquina mientras te crece otra.
Escribir es alejarse, es huir, tomar un avión hacia cualquier lado. Vos sabés de eso, te leo y quedo en otro espacio. Tiene que ver con la tierra, con el aroma y el valor de tus huesos, ceniza de lápiz, una mina con la que te sale tremenda historia. Sabemos cómo es, papel en mano abordamos enojados y empujamos la valija que revienta de libros, estalla de libros. Ansia por dibujar destino, por volver a manchar cuadernos en la primaria. Te gusta pintar y salir de la raya. Así escribís, nos arrastrás bien lejos hacia donde la soledad no da alcance. *L. Velázquez *C. Cano
¡Muy bueno!
ResponderEliminar¡Gracias, Nélida!
EliminarQué metáfora!!
ResponderEliminar¡Hola, Ada!
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