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La venganza de Poe — Cristian Cano y Ana Caliyuri

 
Le aseguro que el fantasma de Poe me persigue. Se lo vengo mencionando seguido, pero él lo niega. Me pide tranquilidad y que abandone supuestas lecturas ligeras: me afirma que no tienen ningún beneficio. Me encuentro en su living mientras sirve café y reparo en las ideas Poe y ligeras. Es difícil remediar algo en el momento último. No me va a curar con unas horas más. Me acerco al balcón y miro el firmamento. La astronomía no es lo mío, pero el fantasma se las ingenió para plantarme un telescopio allí. No diré que estoy a punto de dar en el blanco, tampoco que estoy próximo a un Eureka, pero hay algo que me alienta a ser feliz. El edificio de enfrente tiene la clave. La rubia del octavo apunta a mí y yo a ella. Finalmente cruzamos nuestros cuerpos celestes, brindamos con agua; ella es mi eternidad.

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