Le aseguro que el fantasma de Poe me persigue. Se lo vengo mencionando seguido, pero él lo niega. Me pide tranquilidad y que abandone supuestas lecturas ligeras: me afirma que no tienen ningún beneficio. Me encuentro en su living mientras sirve café y reparo en las ideas Poe y ligeras. Es difícil remediar algo en el momento último. No me va a curar con unas horas más. Me acerco al balcón y miro el firmamento. La astronomía no es lo mío, pero el fantasma se las ingenió para plantarme un telescopio allí. No diré que estoy a punto de dar en el blanco, tampoco que estoy próximo a un Eureka, pero hay algo que me alienta a ser feliz. El edificio de enfrente tiene la clave. La rubia del octavo apunta a mí y yo a ella. Finalmente cruzamos nuestros cuerpos celestes, brindamos con agua; ella es mi eternidad.
Escribir es alejarse, es huir, tomar un avión hacia cualquier lado. Vos sabés de eso, te leo y quedo en otro espacio. Tiene que ver con la tierra, con el aroma y el valor de tus huesos, ceniza de lápiz, una mina con la que te sale tremenda historia. Sabemos cómo es, papel en mano abordamos enojados y empujamos la valija que revienta de libros, estalla de libros. Ansia por dibujar destino, por volver a manchar cuadernos en la primaria. Te gusta pintar y salir de la raya. Así escribís, nos arrastrás bien lejos hacia donde la soledad no da alcance. *L. Velázquez *C. Cano
¡qué bueno, amigos!Esto sí es unirse para hacer buena literatura,cariños Ada Inés Lerner
ResponderEliminarAna, querida. El placer es nuestro.
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