Se puso el traje. Nada de lo que pudiera hacer cambiaría las cosas, era demasiado. El epi estaba, no obstante, en su sitio, caluroso como siempre, benévolo. Y de nuevo los otros cinco minutos parada ahí en la entrada de su casa; las ganas de salir desnuda a la calle. Las ganas de gritar, de romper todo. Pero nada de lo que pudiera hacer cambiaría las cosas. Lo dice en voz alta, lo repite como su mantra. Estira el brazo y abre la puerta, puerta que ya en ruinas no se puede sostener. Cierra los ojos y se ve transportada a un lugar desconocido, lleno de seres de luz que la invitan a pasear por pasadizos que no conoce en absoluto. El miedo es una bola quemándole en el estómago. Si tan sólo pudiera abrir los ojos y ver todo aquello que espera ahí para ella, sabría olvidar ese fuego. En la calle nadie camina; ni vehículos ni nadie en ningún lado. Todo es profundamente nada para los que la miran desde lo alto. No saben que los ejércitos de la luz están a su lado. Para todos, en medio de aquel monstruo de concreto, una mujer que avanza en la inmensidad. Sola, indefensa en contra de los batallones del mundo. Un paso. Otro. Y otro. Sale de su hogar a defender a la gente. No le teme a la oscuridad; la noche se abre a su paso. Pero son muchas dimensiones para una sola guerrera. En la Tierra alguien llora, y alguien acaricia su cabello a modo de consuelo.Ya es tarde para salvar a los muertos. Ella busca la cura en otro sitio. En ese sitio oscuro de sueños y pesadillas del que no puede salir desde que empezaron las alucinaciones.
Cruza los pasillos iluminados, los camina una y otra vez porque en lo hondo sabe que es el lugar correcto, el nivel adecuado. Necesario. Entonces el cuerpo es otra cosa, la observan, cómo es que ella se asombra del cambio. Ya nada está lejos, todo es cercanía. El no tiempo, la no muerte. La carne cambia por eso mágico y desconocido que todos podrían llamar lumínico. Es el cuerpo, sí, piensa. Sigue siendo el cuerpo. Si todos supieran, piensa. Acá no se precisan trajes, acá lo que pienso cambia las cosas.
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