Cuando hacía calor me escapaba del colegio para ir al árbol, porque tenía linda sombra. Me quedaba a escuchar los pájaros. Me gustaban los pájaros. Entre sueños, vivía en el tronco, y los gorriones me venían a ver. Un día empecé a entender lo que se decían: los gorriones son gallardos, y a nadie le importa. Con ellos aprendí mucho, hasta que una tarde vi una ratonerita lastimada que se arrastraba, y sentí un pinchazo en el corazón, un pinchazo que se siente cuando un corazón es machacado entre dos piedras. No me atreví a ir más. Ahora no me acerco a los árboles.
Escribir es alejarse, es huir, tomar un avión hacia cualquier lado. Vos sabés de eso, te leo y quedo en otro espacio. Tiene que ver con la tierra, con el aroma y el valor de tus huesos, ceniza de lápiz, una mina con la que te sale tremenda historia. Sabemos cómo es, papel en mano abordamos enojados y empujamos la valija que revienta de libros, estalla de libros. Ansia por dibujar destino, por volver a manchar cuadernos en la primaria. Te gusta pintar y salir de la raya. Así escribís, nos arrastrás bien lejos hacia donde la soledad no da alcance. *L. Velázquez *C. Cano
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