Ir al contenido principal

El final — Nélida Magdalena González y Cristian Cano

Luego de una tempestad que duró dos semanas, escampó. Los lugareños salieron de sus casas a observar el cielo: temían por la siembra y era probable que se hubiese perdido todo. Don Héctor, un anciano del lugar, yacía quieto. Parecía inmovilizado.
—¿Qué pasa abuelo? —le dijo su nieto—. La lluvia calmó, no cae una gota
—Demasiada tranquilidad —respondió preocupado.
El aire denso inquietaba a todos. Las miradas cómplices daban a entender que esperaban algo raro. No sabían qué podía ser. Tampoco era una sensación familiar. Menos los niños, que jugaban en los charcos, estaban todos en vilo.
—¿Por qué no vas con esos chicos? ¿No te gusta embarrarte?
—No —respondió su nieto—. Quiero estar con vos. Hace mucho que no hablamos.
—No es un buen momento para hablar. Mañana, si querés.
—No mirés más el piso, abuelo —Héctor lo miró—. Me da miedo.

Comentarios

Publicar un comentario

¡Gracias por dejarme tu comentario!
Te invito a subscribirte vía mail.
Nos leemos.

Entradas populares de este blog

A cuatro manos - Ana Caliyuri y Cristian Cano

No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.

Mensaje en la botella

Llegado el momento vas a sentir nuestra fuerza. Te hemos vencido en otras galaxias, la Tierra está destinada a ser otro planeta recuperado. Ustedes ya no tienen cabida bajo este Sol. Ahora todo el mundo los puede ver.

Grafito al diamante

Escribir es alejarse, es huir, tomar un avión hacia cualquier lado. Vos sabés de eso, te leo y quedo  en otro espacio. Tiene que ver con la tierra, con el aroma y el valor de tus huesos, ceniza de lápiz, una mina con la que te sale tremenda historia. Sabemos cómo es, papel en mano abordamos enojados y empujamos la valija que revienta de libros, estalla de libros. Ansia por dibujar destino, por volver a manchar cuadernos en la primaria. Te gusta pintar y salir de la raya. Así escribís, nos arrastrás bien lejos hacia donde la soledad no da alcance. *L. Velázquez  *C. Cano