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Encuentro cercano del tipo jugoso — Cristian Cano & Guillermo Vidal

Mariom bajó la escalera hacia el sótano y se escondió debajo de la mesa de pool. Nervioso, vio a través del rabillo de su ojo cómo la puerta de entrada salió volando.
Sí. Salió volando.
El Ramstad asomó su pedúnculo plasmático y percibió el temor del chico. En su planeta hubiese extraído su probóscide de ectogámat, pero en la Tierra la atmósfera estaba repleta de microbios. Mariom dio un respingo y se golpeó la cabeza al escuchar un soplido y una inhalación profusa: una densa sensación que le caló en los huesos y terminó por perturbarlo con un quejido jugoso de curiosidad que le hizo pensar en un filete dorándose al asador, aderezado con tres batatas envueltas en papel metálico y un ají renegrido. Mordió con fruición el pedúnculo que se le ofrecía y el Ramstad se retorció de dolor y placer, los últimos estertores fueron de agradecimiento.

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