Las palabras son las únicas asociaciones irreales que con el uso cobran deferentes y coloridos valores, también irreales. Las palabras, a veces, no dicen lo que realmente queremos decir: que por coloridas tanto imperfectas y mentirosas, porque nunca logramos expresar completamente lo que sentimos y, por su diversidad, creemos decir bien. Muy lejos estamos de vaciarnos como un disparo certero, muy remoto es el hecho de contentarnos hasta el último ápice al revolver verdades y decir con ellas. A las palabras hay que ordenarlas, a las palabras hay que decirles, a las palabras hay que putearlas, gritarles: ¡hijas de puta! cuando hacen lo que quieren en nuestro decir inconsciente. A las palabras hay que decirles, muy seriamente, que desconfiamos de ellas.
Escribir es alejarse, es huir, tomar un avión hacia cualquier lado. Vos sabés de eso, te leo y quedo en otro espacio. Tiene que ver con la tierra, con el aroma y el valor de tus huesos, ceniza de lápiz, una mina con la que te sale tremenda historia. Sabemos cómo es, papel en mano abordamos enojados y empujamos la valija que revienta de libros, estalla de libros. Ansia por dibujar destino, por volver a manchar cuadernos en la primaria. Te gusta pintar y salir de la raya. Así escribís, nos arrastrás bien lejos hacia donde la soledad no da alcance. *L. Velázquez *C. Cano
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