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Día de los Muertos vivos ─ Ada Inés Lerner y Cristian Cano


Lo que le sucedió a Domingo Zafiro en el Día de los muertos fue sorpresivo: el robo a su joyería. Zombis, disfrazados de Chukis, aprovecharon la ocasión para cometer atracos. Zafiro intentó matar a un muerto viviente, pero cuando éste cayó al suelo, desde el interior de su vientre emergieron otros que intentaban morder empleados y clientes. La secretaria joven alertó a la policía y uno de los uniformados creyó matar a uno, pero el zombi transmutó. Los restos que quedaron en el piso invadieron la tienda con gusanos que subían por las paredes. Domingo saltó el mostrador porque no quería pasar por encima de una cabeza y los zapatos que le habían regalado sus amigos patinaron sin adherencia. Una vez afuera del negocio, el policía lo detuvo, le puso esposas y lo metió al patrullero. Cuando pasaron de largo la comisaría de la ciudad, Domingo Zafiro le preguntó si estaba en sus cabales y si sabía hacia dónde estaban yendo. Manrique, desahuciado, le contesto que irían lejos. Sacándose los gusanos del cuello le explicó que aquellos delincuentes no se curarían ni con la muerte. 

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