Demasiado pensar me podría defraudar el sentir. Y se me hace imposible intentar lo contrario, porque encuentro lo poético que está ahí, en la repetición, en insistir. Insistir. Y más tarde volver a lo mismo y de nuevo otra vez más. Repensar. Y sería como abrirse el cráneo en las rocas. Creo que existe la manera que deja la mente en blanco, de alejarse de lo que nos rodea y elevarme en la nada. Y sería flotar lejos de los fantasmas que me acosan. Que vigilan. Sí, me vigilan. Me miran desde esos rincones oscuros que son un poco todos los rincones. Mente en blanco. Blanco. Todo blanco. Todo es profundamente nada.
No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.
es la libertad?
ResponderEliminarHola, Valeria. Bien podría ser una manera de ver las cosas.
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