Escribir es tu salvación, es patear las puertas del misterio para preguntarnos: sucede que te encontrás al monstruo. Sabé que sus cuestionamientos son la fuente, y que sus preguntas siempre nos convocan. Tenés que domesticarlo.
No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.
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