El pecho se le infló hasta formar un globo transparente. Fansi se impresionó, y recordó una rana en celo a punto de estallar en el Discovery channel. Los Ránelak no suelen aparecer en documentales, más bien pertenecen a una realidad dimensional distinta de la luna Encélado. Justo cuando creyó que explotaría, el saco desinfló desagradable, y el científico retrocedió hasta encontrar la pared. El ente saturnino lo contempló insinuándole boca y ojos nuevos: una omnipresencia grotesca declarándose hambrienta, que olvida la crudeza imponente de las naturalezas estelares.
Fansi tocó el botón de alarma; sus colegas acudieron corriendo, pero no atinaron más que a mirarlo a través del grueso cristal de protección que rodeaba la sala. El científico se sintió perdido; sabía que nadie arriesgaría la seguridad del mundo por salvarlo a él… se lamentó de haber insistido en su proyecto de revivir esas bacterias milenarias que habían hallado en le Antártida; finalmente no eran bacterias sino embriones de Ránelak, una especie extinguida en Encélado, que había puesto su simiente en la Tierra para asegurar su futura supervivencia. Y ese monstruo que tenía ante sí, era apenas un bebé… Fansi tomó entonces una decisión. Miró a sus compañeros con esa sensación de lo inevitable que solo una vez en la vida se puede sentir y bajó la palanca de acción remota que encendió el LHC. Caminó hacia el ente que lo miraba con curiosidad, lo abrazó con ternura y, juntos, desaparecieron en una desconocida interbrana dimensional.
Fansi tocó el botón de alarma; sus colegas acudieron corriendo, pero no atinaron más que a mirarlo a través del grueso cristal de protección que rodeaba la sala. El científico se sintió perdido; sabía que nadie arriesgaría la seguridad del mundo por salvarlo a él… se lamentó de haber insistido en su proyecto de revivir esas bacterias milenarias que habían hallado en le Antártida; finalmente no eran bacterias sino embriones de Ránelak, una especie extinguida en Encélado, que había puesto su simiente en la Tierra para asegurar su futura supervivencia. Y ese monstruo que tenía ante sí, era apenas un bebé… Fansi tomó entonces una decisión. Miró a sus compañeros con esa sensación de lo inevitable que solo una vez en la vida se puede sentir y bajó la palanca de acción remota que encendió el LHC. Caminó hacia el ente que lo miraba con curiosidad, lo abrazó con ternura y, juntos, desaparecieron en una desconocida interbrana dimensional.
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