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El gato de Lovecraft

Howard saluda a sus amigos camino a su casa. Lo acompaña un gato gris y esquivo que reaparece cada quince metros: en el buzón, desde detrás del rosal en el ingreso al hospital Jane Brown y debajo del portón abandonado. Entonces, en su living, cuelga el saco y se desabotona la camisa. Si hubiese habido otro espectador oculto nos afirmaría que en aquel hogar intimista se percibe otro tiempo. Uno subjetivo. Un transcurrir solapado renegando con lo común, como lucharían dos facciones religiosas y extremistas en el reclamo de pertenencia. Ahora, Lovecraft sube la escalera haciendo rechinar las tablas, y un misticismo evocado desde ese otro lugar indómito hace girar el picaporte de la habitación con dedos flacos y blancos. Los ojos del animal perseguidor hipnotizan desde fuera de la ventana. Él cierra la puerta. Con llave. Y el parpadear del felino secciona una nueva dimensión encandilada. Por eso los ojos no parecen querer abrirse más. Hasta que los encuentra la madrugada eterna. 

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A cuatro manos - Ana Caliyuri y Cristian Cano

No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.

Párrafo de La biología negra

Mensaje de texto: Como te decía, esto pasó una tarde de 1975, cerca de la Cordillera de los Andes. En Las lomas, el pueblo en donde estás ahora. Y tu madre era chica. Vos no habías nacido. Esa semana los ingenieros de la mina estuvieron empecinados en detonar la veta madre. No había forma de pararlos. Hoy sospecho que sabían todo. Fue un desastre, después de la tercera carga gran parte del suelo cedió y la mina se fue al diablo. Hubo inundación y derrumbamiento.  A las dos horas me llegó el comentario. Todavía lo recuerdo: La explosión desenterró algo. Así que aquella noche corrí por la ladera del Copahue lo más rápido que pude. Sabía que llevármelo sería peligroso. Pero no me importó. Lo único que quería era llegar a casa. Y el pinar en la noche fue todo lo que necesité. La biología negra   Editorial Llorar solo 2023

Mensaje en la botella

Llegado el momento vas a sentir nuestra fuerza. Te hemos vencido en otras galaxias, la Tierra está destinada a ser otro planeta más de los miles recuperados. Ustedes ya no tienen cabida bajo este Sol. Ahora todo el mundo los puede ver.