Dejar la mirada en la pared, e insistir para vencer así como repetiría un mantra el bucle consagrado. Olvidarse del cuerpo. Prestar atención, porque todo es interesante. No perder la capacidad de asombro preguntándose qué es esa tierra blanca colgando en el cielo. Y es como apretar un poco las riendas para que no se te escape lo esencial. Lo chiquito. Pienso en esto, porque es parte necesaria de la felicidad.
No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.
¡Muy bueno!
ResponderEliminarNo perder la capacidad de asombro...mirar al cielo. Intenso y poético. Felicitaciones, Cristian.
ResponderEliminarExcelente relato, me encantó!
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