Ir al contenido principal

Déjà vu — Cristian Cano & Carlos Enrique Saldivar

Cuando tiró del cordel, la piel se desprendió íntegra, como si fuese el forro que envuelve los regalos de una navidad apurada. Mariel se despertó asustada: el césped suave y hermoso de su sueño contrastaba artificiosamente con el aullido desgarrado. Apretó las sábanas, pero los latidos de su corazón obtuso gobernaban. Un primer oxígeno hilado la devolvió desde una realidad tardía. Cumplió con el acostumbrado rito: bañarse, cambiarse, desayunar, trabajar, regresar a su casa, sentarse en el sofá, ver la televisión. Abrió los ojos y se encontró nuevamente sumergida en aquella situación: tenía un minuto para tirar del cordel cuatro veces y arrancarse trozos de carne de las extremidades.
«Esto me ha pasado antes, ¿en un sueño? Sí. Pronto despertaré».
Decidió no mover un músculo.
Empero, esta vez era real. Mariel murió degollada.
El asesino estaba decepcionado, nunca una víctima se había mostrado tan serena ante sus macabros juegos.

Comentarios

Publicar un comentario

¡Gracias por dejarme tu comentario!
Te invito a subscribirte vía mail.
Nos leemos.

Entradas populares de este blog

A cuatro manos - Ana Caliyuri y Cristian Cano

No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.

Párrafo de La biología negra

Mensaje de texto: Como te decía, esto pasó una tarde de 1975, cerca de la Cordillera de los Andes. En Las lomas, el pueblo en donde estás ahora. Y tu madre era chica. Vos no habías nacido. Esa semana los ingenieros de la mina estuvieron empecinados en detonar la veta madre. No había forma de pararlos. Hoy sospecho que sabían todo. Fue un desastre, después de la tercera carga gran parte del suelo cedió y la mina se fue al diablo. Hubo inundación y derrumbamiento.  A las dos horas me llegó el comentario. Todavía lo recuerdo: La explosión desenterró algo. Así que aquella noche corrí por la ladera del Copahue lo más rápido que pude. Sabía que llevármelo sería peligroso. Pero no me importó. Lo único que quería era llegar a casa. Y el pinar en la noche fue todo lo que necesité. La biología negra   Editorial Llorar solo 2023

Mensaje en la botella

Llegado el momento vas a sentir nuestra fuerza. Te hemos vencido en otras galaxias, la Tierra está destinada a ser otro planeta más de los miles recuperados. Ustedes ya no tienen cabida bajo este Sol. Ahora todo el mundo los puede ver.