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Cierto miedo - Cristian Cano y Carlos Enrique Saldivar

 
El vampiro abrió la mandíbula para liberar el cuello de su víctima y la blanca piel impresionó a la iniciada porque era el primer encuentro con su maestro. Debía observar cada uno de sus movimientos: las miradas se encontraron, filosas y certeramente intuitivas. La cabeza de Fani se ladeó y reposó sobre la almohada. Ahora, el nuevo mundo sin fin le abovedaba los sueños prometiéndole una soledad infinita. Esto la reconfortaba. Las ensoñaciones eran muchas, pero también había pesadillas que se transformaban en pensamientos dolorosos: un esposo, un hijo. Se preguntó si estaba imaginando o era la inmediatez de su pasado. Sintió asco de sí misma por verter lágrimas eternas que pronto habrían de extinguirse.
Cuando él volvió la encontró muerta: se había cercenado la cabeza con sus afiladas uñas. El amo lloró sobre el cuerpo decapitado. Se dijo que nunca volvería a convertir a una maniaco depresiva, por más hermosa que esta fuese.

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No vine a escribir grandes textos, ni grandiosas historias, ni siquiera pequeños relatos. Solo vine a despertar la noche para que revele las luces que iluminan las palabras. Después de todo, alcanza con la confianza en las alas y un poco de brisa madura. Alcanza con dejarse a la deriva y esperar a las musas, a los barcos de la mañana, a los trenes que llegan y se van, con todo lo nuestro se van. Vine a develar, vine a decir. A encontrar, a querer hacer. Alcanza con la confianza.

Párrafo de La biología negra

Mensaje de texto: Como te decía, esto pasó una tarde de 1975, cerca de la Cordillera de los Andes. En Las lomas, el pueblo en donde estás ahora. Y tu madre era chica. Vos no habías nacido. Esa semana los ingenieros de la mina estuvieron empecinados en detonar la veta madre. No había forma de pararlos. Hoy sospecho que sabían todo. Fue un desastre, después de la tercera carga gran parte del suelo cedió y la mina se fue al diablo. Hubo inundación y derrumbamiento.  A las dos horas me llegó el comentario. Todavía lo recuerdo: La explosión desenterró algo. Así que aquella noche corrí por la ladera del Copahue lo más rápido que pude. Sabía que llevármelo sería peligroso. Pero no me importó. Lo único que quería era llegar a casa. Y el pinar en la noche fue todo lo que necesité. La biología negra   Editorial Llorar solo 2023

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