Leyendo la novela El vuelo de la reina, de Tomás Eloy Martines, me di cuenta de lo alejado que puede estar una persona de la capacidad de construir, de querer y de amar, mientras cree que está amando y haciendo lo correcto. Camargo, el dueño del diario y auto convencido dueño del amor de su pareja, deviene en desesperación y fatalidad a pesar de discernir un posible y trágico desenlace (Esto mismo dejando de lado lo obsesivo, increíble). En un momento particular de mi vida, me vi reflejado muy de cerca en la novela, no por parecerme al desdeñable personaje, sino, por comprender que el amor puede llevar a la muerte.
Leyendo la novela El vuelo de la reina, de Tomás Eloy Martines, me di cuenta de lo alejado que puede estar una persona de la capacidad de construir, de querer y de amar, mientras cree que está amando y haciendo lo correcto. Camargo, el dueño del diario y auto convencido dueño del amor de su pareja, deviene en desesperación y fatalidad a pesar de discernir un posible y trágico desenlace (Esto mismo dejando de lado lo obsesivo, increíble). En un momento particular de mi vida, me vi reflejado muy de cerca en la novela, no por parecerme al desdeñable personaje, sino, por comprender que el amor puede llevar a la muerte.
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